Un fotógrafo y un experto de los bosques estaban sobrevolando el estado noroccidental de Acre cuando encontraron a un pueblo del que no se tenía registro previo. La fascinación era mutua entre los nativos y los buscadores de pueblos indígenas.


El cielo se oscureció y la lluvia torrencial obligó al helicóptero a volar sobre un bosque en el estado Acre, en Brasil.

El temporal tardó en pasar y la tripulación decidió regresar al punto de partida antes de que cayera la noche.

La lluvia frustró el viaje, pero dejó un raro e histórico registro de una tribu indígena aislada, cerca de la frontera con Perú.

"Es como encontrar una aguja en un pajar. Pura suerte", dijo sorprendido el fotógrafo Ricardo Stuckert.

BBC Brasil tuvo acceso a una parte de las imágenes que Stuckert tomó el domingo pasado.


Stuckert viajó al pueblo Caxinauá, también en Acre, para hacer una sesión de fotos para el libro "Indígenas brasileños".

El proyecto documenta la rutina diaria de 12 tribus brasileñas y será publicado el 19 de abril 2017, Día del Indígena en el país.

Cuenta con la colaboración de un experimentado conocedor de los bosques, José Carlos Meirelles, que trabajó para la Fundación Nacional del Indígena (Funai) durante 40 años, por lo que ambos decidieron investigar un área boscosa con más calma.

"Después de la lluvia, fuimos y vimos algunas chozas de paja. Estábamos volando muy rápido, pero vimos plantaciones y decidimos volver. Encontramos a la tribu y empezamos a fotografiar", dice Stuckert.


Al identificarnos como una posible amenaza, los indios respondieron.

Las miradas de sorpresa y enojo por el helicóptero fueron registradas por gran lente de Stuckert.

La tribu disparó docenas de flechas en un intento de protegerse de la aeronave, que voló sobre ellos durante unos siete minutos.

El propio Meirelles considera que el vuelo fue algo invasivo para la comunidad aislada.


"Es un registro importante, pero es una agresión. Por lo tanto, tenemos cuidado de no volar más bajo para no asustarlos tanto. Por otro lado, el mundo tiene que saber que existen y que necesitamos políticas para conservarlos", dijo Meirelles, que ha trazado áreas de tribus aisladas durante los 20 años que trabajó en la región.

Se estima que la tribu, identificada sólo como "indígenas de Maíta", vive cerca del río del mismo nombre y se compone de alrededor de 300 personas. El número, dijo, es bastante grande para un pueblo aislado.

Algodón

De acuerdo con el experto, no hay ningún informe o documento que hable de una aproximación de esa tribu a pueblos civilizados e incluso a otros grupos.

Después del sobrevuelo y un primer análisis de las fotos de Stuckert, José Carlos Meirelles identificó detalles que revelan algunas costumbres de los indígenas.


"Las mujeres usan faldas y tienen plantaciones de algodón. Son signos de un pueblo que teje. Algunos de ellos también tienen un cabello inusual: la mitad de la cabeza calva y largo de la mitad para atrás", dijo.

Estos indígenas son más altos a la media y los hombres atan su pene a una especie de cinturón. El experto también encontró que la tribu planta maíz, plátano, yuca y papa.

El grupo fotografiado vive en un área de 630 hectáreas que son tres reservas indígenas: Kampa Isolados de Envira, Alto Tarauacá y Riozinho do Alto Envira.


A pesar del aislamiento completo, la ubicación aproximada de la tribu era conocida, dice el experto.

En las fotos se apreciaban objetos no identificados o con características que pueden haber sido influenciadas o llevadas a ellos por otros pueblos.

Uno de los factores que consideran clave los expertos para la supervivencia aislada de la tribu es el hecho de que esté ubicado en una zona de difícil acceso para los madereros, mineros y caucheros.




Emocionante

Stuckert, quien trabajó como fotógrafo de la Presidencia de Brasil durante ocho años y tiene 28 años de experiencia en la profesión, dijo que el registro de los indígenas es uno de "los más emocionantes" de su carrera.

"Me gustaría volver allí, pero creo que no podemos tener contacto. Necesitamos preservarlos y quiero que mis fotos sirvan para protegerlos para que no tengan problemas externos" dijo.


El fotógrafo dijo que estaba "sorprendido" al haber capturado por primera vez en su carrera a una población aislada.

Meirelles también muestra la felicidad de haber visto los indígenas aislados, pero dijo que estaba preocupado por el posible avance de la deforestación y de la extracción de caucho.

"Estaba muy feliz de saber que están bien. Fue muy bueno ver que tienen cultivos y están en su espacio. El problema es que nadie sabe hasta cuándo".


Las asombrosas imágenes de una tribu aislada en Brasil fotografiada por una casualidad

Están Brian May, Roger Taylor, John Deacon; está Queen tal y como lo tenía Freddie Mercury. Está el coro alucinante y está David Bowie aplaudiendo. Y está George Michael deslumbrando con Somebody To Love. Está prácticamente todo lo que está bien en este mundo. ¡Y era nada más que un ensayo!

Imágenes únicas e irrepetibles de un encuentro único e irrepetible. George Michael nos va a hacer mucha falta.


George Michael y David Bowie en un increíble encuentro


Por Ignacio Ramonet

La muerte de Fidel Castro ha dado lugar —en algunos grandes medios— a la difusión de cantidad de infamias contra el Comandante cubano. Eso me ha dolido. Sabido es que lo conocí bien. Y he decidido, por tanto, aportar mi testimonio personal. Un intelectual coherente debe denunciar las injusticias. Empezando por las de su propio país.

Cuando la uniformidad mediática aplasta toda diversidad, censura cualquier expresión divergente y sanciona a los autores disidentes es natural, efectivamente, que hablemos de “represión”. ¿Cómo calificar de otro modo un sistema que amordaza la libertad de expresión y reprime las voces diferentes? Un sistema que no acepta la contradicción por muy argumentada que sea. Un sistema que establece una “verdad oficial” y no tolera la transgresión. Semejante sistema tiene un nombre, se llama “tiranía” o “dictadura”. No hay discusión.

Como muchos otros, yo viví en mis propias carnes los azotes de ese sistema... en España y en Francia. Es lo que quiero contar.

La represión contra mi persona empezó en 2006, cuando publiqué en España mi libro Fidel Castro. Biografía a dos voces   —o Cien horas con Fidel— (Debate, Barcelona), fruto de cinco años de documentación y de trabajo, y de centenares de horas de conversaciones con el líder de la revolución cubana. Inmediatamente fui atacado. Y comenzó la represión. Por ejemplo, el diario El País (Madrid), en el que hasta entonces yo escribía regularmente en sus páginas de opinión, me sancionó. Cesó de publicarme. Sin ofrecerme explicación alguna. Y no sólo eso, sino que —en la mejor tradición estalinista— mi nombre desapareció de sus páginas. Borrado. No se volvió a reseñar un libro mío, ni se hizo nunca más mención alguna de ninguna actividad intelectual mía. Nada. Suprimido. Censurado. Un historiador del futuro que buscase mi nombre en las columnas del diario El País deduciría que fallecí hace una década...

Lo mismo en La Voz de Galicia, diario en el que yo escribía también, desde hacía años, una columna semanal titulada “Res Publica”. A raíz de la edición de mi libro sobre Fidel Castro, y sin tampoco la mínima excusa, me reprimieron. Dejaron de publicar mis crónicas. De la noche a la mañana: censura total. Al igual que en El País, ninguneo absoluto. Tratamiento de apestado. Jamás, a partir de entonces, la más mínima alusión a cualquier actividad mía.

Como en toda dictadura ideológica, la mejor manera de ejecutar a un intelectual consiste en hacerle “desaparecer” del espacio mediático para “matarlo” simbólicamente. Hitler lo hizo. Stalin lo hizo. Franco lo hizo. Los diarios El País y La Voz de Galicia lo hicieron conmigo.

En Francia me ocurrió otro tanto. En cuanto las editoriales Fayard y Galilée editaron mi libro Fidel Castro. Biographie à deux voix en 2007, la represión se abatió de inmediato sobre mí.

En la radio pública France Culture, yo animaba un programa semanal, los sábados por la mañana, consagrado a la política internacional. Al publicarse mi libro sobre Fidel Castro y al comenzar los medios dominantes a atacarme violentamente, la directora de la emisora me convocó en su despacho y, sin demasiados rodeos, me dijo: “Es imposible que usted, amigo de un tirano, siga expresándose en nuestras ondas”. Traté de argumentar. No hubo manera. Las puertas de los estudios se cerraron por siempre para mí. Ahí también se me amordazó. Se silenció una voz que desentonaba en el coro del unanimismo anticubano.

En la Universidad Paris-VII, yo llevaba 35 años enseñando Teoría de la Comunicación Audiovisual. Cuando empezó a difundirse mi libro y la campaña mediática contra mí, un compañero me advirtió: “¡Ojo! Algunos responsables andan diciendo que no se puede tolerar que ‘el amigo de un dictador’ dé clases en nuestra facultad...”. Pronto empezaron a circular por los pasillos octavillas anónimas contra Fidel Castro y reclamando mi expulsión de la universidad. Al poco tiempo se me informó oficialmente que mi contrato no sería renovado... En nombre de la libertad de expresión se me negó el derecho de expresión.

Yo dirigía en aquel momento, en París, el mensual Le Monde Diplomatique, perteneciente al mismo grupo editorial del conocido diario Le Monde. Y, por razones históricas, yo pertenecía a la Sociedad de Redactores de ese diario, aunque ya no escribía en sus columnas. Esta Sociedad era entonces muy importante en el organigrama de la empresa por su condición de accionista principal, porque en su seno se elegía al director del diario y porque velaba por el respeto de la deontología profesional.

En virtud de esta responsabilidad precisamente, unos días después de la difusión de mi biografía de Fidel Castro en las librerías, y después de que varios medios importantes (entre ellos el diario Libération) empezaran a atacarme, el presidente de la Sociedad de Redactores me llamó para transmitirme la “extrema conmoción” que, según él, reinaba en el seno de la Sociedad de Redactores por la publicación del libro. “¿Lo has leído?”, le pregunté. “No, pero no importa —me contestó—. Es una cuestión de ética, de deontología. Un periodista del grupo Le Monde no puede entrevistar a un dictador”. Le cité de memoria una lista de una docena de auténticos autócratas de África y de otros continentes a los que el diario había concedido complacientemente la palabra durante décadas. “No es lo mismo —me dijo—. Precisamente te llamo por eso: los miembros de la Sociedad de Redactores quieren que vengas y nos des una explicación”. “¿Me queréis hacer un juicio? ¿Un ‘proceso de Moscú’? ¿Una ‘purga’ por desviacionismo ideológico? Pues vais a tener que asumir vuestra función de inquisidores y de policías políticos y llevarme a la fuerza ante vuestro tribunal”. No se atrevieron.

No me puedo quejar; no fui encarcelado, ni torturado, ni fusilado como le ocurrió a tantos periodistas e intelectuales bajo el nazismo, el estalinismo o el franquismo. Pero fui represaliado simbólicamente. Igual que en El País o en La Voz, me “desaparecieron” de las columnas del diario Le Monde. O sólo me citaban para lincharme.

Mi caso no es único. Conozco —en Francia, en España, en otros países europeos— a muchos intelectuales y periodistas condenados al silencio, a la “invisibilidad” y a la marginalidad por no pensar como el coro feroz de los medios dominantes, por rechazar el “dogmatismo anticastrista obligatorio”. Durante decenios, el propio Noam Chomsky, en Estados Unidos, país de la “caza de brujas”, fue condenado al ostracismo por los grandes medios que le prohibieron el acceso a las columnas de los diarios más influyentes y a las antenas de las principales emisoras de radio y televisión.

Esto no ocurrió hace cincuenta años en una lejana dictadura polvorienta. Está pasando ahora, en nuestras “democracias mediáticas”. Yo lo sigo padeciendo en este momento. Por haber hecho, simplemente, mi trabajo de periodista y haberle dado la palabra a Fidel Castro. ¿Acaso no se le da, en un juicio, la palabra al acusado? ¿Por qué no se acepta la versión del dirigente cubano, a quien los grandes medios dominantes juzgan y acusan en permanencia?

¿Acaso no es la tolerancia la base misma de la democracia? Voltaire definía la tolerancia de la siguiente manera: “No estoy en absoluto de acuerdo con lo que usted afirma, pero lucharía hasta la muerte para que tenga usted el derecho de expresarse”. La dictadura mediática, en la era de la postverdad, ignora este principio elemental.

Fidel Castro y la represión contra los intelectuales

Eduardo tiene un kiosco. Nunca pagó más de 500 pesos de luz. Furioso macrista, colocó una bandera amarilla en su negocio para celebrar el cambio. Tiene dos hijos y una esposa demandante. Es claramente conservador y tradicionalista. Cree rigurosamente en un dios ajeno y aprendido. Desea un “buen futuro para sus hijos”.

Nunca debate. Como a todo personaje de derecha, le sienta bien decir que no le interesa la política para luego, lanzar una parrafada que logra el entusiasmo de algún familiar, algún amigo y su esposa.

También afirma que de política no entiende nada, pero todos sus comentarios son sobre política... predigerida.

No es racista, pero con los negros no va. Tampoco le importa la vida de los otros, pero está seguro que la mayoría son putos; y las minas son, casi todas, putas.

Los judíos se quieren quedar con la Patagonia, y los chinos tienen un plan parecido. Colaboran con ellos Cristina, sus ministros y todos los zurdos. De eso no le quedan dudas.

Macri no tiene nada que ver con su padre y, en sus animados deseos, los colaboradores de De la Rúa ahora iban por otra cosa.

Primero fue la cuota del colegio, luego el alquiler y esta semana, la boleta de la luz por valor de 2800 pesos. 

Aunque parece magia, ha entendido que eso de hacer un esfuerzo por el “país que nos dejaron” no es real porque los sojeros y los mineros no participan del mismo yugo.

Todo le cuesta unas cuatro veces más y ya no vende nada. Hoy le aumentan la nafta otro 8% y sabe que el boleto mínimo llegará a 9 pesos.

Su bandera amarilla quedó escondida en un rincón que ni su mujer puede recordar. Sus vecinos lo increpan en tono provinciano. Algún chófer del 373 le grita: “Gringo... ¿qué querés con Macri?”. Ya no se defiende. 

En mi mente instintiva batallan la burla, la venganza y la civilidad mundana aprendida. 

Pero no tiene sentido. Ahora su carne sabe que no importa cuán rojo sea su cuello y cuán ario su rostro; para el Círculo Rojo, él es negro y no pertenece. Para el Círculo Rojo, todo lo que excede sus fronteras es negro, es esclavo, es menor. 

Nunca nada fue tan claro, tan evidente, tan lógico; pero él no la vio. La injusticia social es como el vino de los arrabales y como la lejía de los lavanderos. Después de la borrachera hay un despertar y una purificación. Ojalá esta sea la última vez.

El kiosquero no aprende más...

Pasen y vean el poder de las corporaciones sobre los gobiernos de los países, que debieron ser soberanos, vean el imperialismo que explota los recursos naturales en todas partes y destruyen el planeta. Vean la explotación y la muerte de la humanidad en nombre del consumo. Pasen y vean cómo el consumismo no va más, como el capitalismo no va más.


La horripilante (y verdadera) historia de las cosas que consumimos


No creo en el destino, pero hay ciertos momentos en la vida que casi me convencen de creer que nada es casualidad. Uno de esos momentos fue cuando conocí a Gernot Ernst.

En esto venía pensando desde tiempo atrás: ¿Por qué la gente sigue apoyando a la derecha, a pesar que, bajo sus gobiernos, ya saben que es cuando peor les va? En Estados Unidos, Donald Trump no pierde popularidad. En España, la población continúa votando al Partido Popular. Mauricio Macri hoy es presidente de Argentina gracias al voto masivo de la gente. Y en México, nos preparamos para lo que puede ser la vuelta a la presidencia del Partido Acción Nacional… ¡¿Por qué diablos?! Y de tal respuesta, quería escribir un artículo.

Pero no daba con una razón convincente. La teoría dice mucho, sí, pero no lograba empatarla con el siglo XXI. Entonces acudí este fin de semana a Toluca, Estado de México, a una conferencia sobre la crisis del capitalismo organizada por el Partido del Trabajo, y conocí al doctor Ernst.

Ernst es un intelectual en serio. Médico anestesiólogo del Vestre Viken Hospital Trust, en Korngbesrg, Noruega. Neurobiólogo y científico social, ha realizado investigaciones en Teoría de la Complejidad asociadas a la medicina y las ciencias sociales. Además, es consejero científico del Partido de la Izquierda Socialista de Noruega. O sea, el sujeto sabe de lo que habla.

En su ponencia, Ernst dijo que el pensamiento de derecha tiene una explicación neurocientífica. El contexto social actual es el caldo de cultivo para esto. Internet literalmente bombardea con mierda los cerebros de las personas. La llamada “shitstorm” —término urbano para describir una serie de cosas que van aparentemente bien, pero que, al realizarse, terminan horrendamente mal—, deja cosas (selfies, memes, chats, fotos y videos cualesquiera) que desaparecen rápido y dejan frustración. Las redes sociales están plagadas de pseudoargumentación, generan egoísmo y con ellas es fácil burlarse de asuntos realmente serios, como una tragedia humana, un acto de corrupción política, y la lucha de un grupo de personas por sus derechos. Mierda, pues. Y lo más peligroso de todo: generan miedo. Y el miedo es la materia prima de la derecha.

Ernst explicó que la derecha sabe muy bien lo que hace, cuando les habla a las audiencias. Por ejemplo, crean enemigos abstractos: migrantes, homosexuales, mujeres, anarquistas; en ellos se funda la razón del miedo. Entonces un candidato o candidata de derecha aparece como una figura paternal, que es capaz de arreglar tus problemas. Provoca —dice el doctor— patriarcado.

Y al padre todo se le cree; por ser padre, y por haberte puesto en una posición infantil de indefensión. De hecho, una vez entregándote a él, cada afirmación que haga la tomas como válida. No importa si sabes que es mentira; no importa si él mismo sabe que es mentira, explica Ernst. Se ha creado una imagen del “nosotros contra los otros”. No argumenta. No te pone a pensar, no lo necesita. Lo único que la derecha requiere es poner imágenes en tu mente mediante palabras y definiciones: “Los mexicanos son violadores y traen drogas”.

¿Buscaba una respuesta? Ahí la tenía. Pero no era suficiente. Quería saber más, y entonces me lancé a conversar con él.
— Ernst, dime, ¿por qué tiene tanto éxito la derecha hoy en día?
— Los medios de información han cambiado, particularmente internet. Pero también la forma de educación, de movimiento, esto provoca que nuestra mente cambie, que tengamos dificultades de concentrarnos y de aceptar o entender argumentos. Esto es explotado por la derecha porque se especializa por utilizar el miedo. Saben lo que están haciendo. Están utilizando el miedo social.
— ¿Pero por qué funciona tanto?
— El miedo, la confusión. Es un hecho que, cuando eres confundido, tu cerebro no logra argumentar. El cerebro es fácil de convencer con imágenes, con palabras simples. Por ejemplo, las grandes tiendas hacen grandes laberintos donde las personas no encuentren la salida. Es una estrategia. Porque cuando eres confundido no tienes fuerza mental para no comprar cosas. Es una técnica; es fácil confundir a la gente. Es la estrategia: aumentar el miedo, aumentar la confusión y así saben que la gente va a apuntar hacia la derecha. Es una estrategia clásica fascista.
— ¿Qué opinas de Trump? ¿Por qué, a pesar de tantas críticas, todos los días, el tipo sigue vigente?
— Trump y sus partidarios saben exactamente qué están haciendo. Trump psicológicamente es un hombre viejo que teme a la muerte. Es una estructura típica de la derecha. Ellos temen a la muerte más que los de la izquierda. Y cuando temes a la muerte, cuando tienes miedo, tu método para sobrevivir es la agresividad. Y esos instintos son provocados. En los mítines de Trump, quienes están ahí, la mayoría son hombres son un poco más viejos y también son hombres o mujeres que tienen una alimentación que no es buena, y sus funciones en el cerebro no funcionan claramente. Esta es una estrategia que se ha construido y sus especialistas trabajan en eso.
¿Y qué diablos hacer? Según el doctor Gernot Ernst, la izquierda (yo más bien me considero un anarquista clásico, pero igual aplica) tiene en sus manos la más vieja de sus armas: la organización social; que, dadas las circunstancias, sigue siendo la más efectiva. “Porque la organización social disminuye el miedo”

En la izquierda —apunta—, no hay un camino tan fácil como en la derecha. “La izquierda argumenta. Pero hemos olvidado la organización. Y para la organización necesitamos más tiempo. Hemos perdido a los trabajadores donde no tenemos sindicatos, y ahí debe haber compañeros que sufran y luchen con ellos. Esa es nuestra fuerza. Cuando estamos ayudándoles en las cosas pequeñas, van a escuchar y van a recordar qué es los más importante y van a luchar también.”

Luego entonces, Ernst ofrece lo siguiente que, he titulado: “Consejos del doctor Gernot Ernst para evitar que la gente apoye a la derecha, y sí apoye a la izquierda”:

  1. EJEMPLIFICA CON GENTE NORMAL Explica los problemas y argumenta con base a experiencias de gente común, con la cual tu audiencia se sienta identificada.
  2. MENOS DISCURSOS, MÁS PREGUNTAS Evita imponer tus ideas. Pregunta, para que la gente descubra la verdad por ella misma.
  3. UTILIZA EJEMPLOS HISTÓRICOS La gente no tiene consciencia histórica. Recuérdales lo que ha pasado, para que no cometan los mismos errores, y recuerden los éxitos antiguos.
  4. LA DERECHA MANIPULA, LA IZQUIERDA ORGANIZA Es válido si utilizas algunos métodos de la derecha, como usar imágenes y definiciones. Pero no te olvides de lo más importante: la organización social es la clave.

Ernst explica la propia experiencia del Partido de la Izquierda Socialista de Noruega y la razón de su éxito, al ocupar hasta el 10 por ciento de las preferencias electorales en el país. “En Noruega tenemos la misma lucha contra el neoliberalismo y la organización sindical es muy fuerte, todavía. En algunas áreas, el 90% de los trabajadores están organizados y esto es único en Europa. Pero también al otro lado tenemos un movimiento populista de derecha que es igualmente fuerte, casi el 20 por ciento. Es una lucha muy importante. Es particular para nosotros el SV (“Sosialistisk Venstreparti”, nombre en noruego del Partido) tenemos tres principios generales: el juicio social, el medio ambiente y el feminismo. Eso es muy importante para nuestra lucha. Porque cuando somos capaces de convencer a las mujeres, y las mujeres no son amigas de los populistas de derecha y trabajamos con ellas, juntos, es uno de los métodos con los cuales podemos ganar”.

Nos despedimos con un par de fotos y un buen saludo. Yo, con la esperanza de verlo de nuevo un día y aprender más. Gran sujeto. Y, sobre todo, preguntarle de qué personaje era esa espectacular camiseta de jazz que portaba. Nos vemos pronto, camarada.

(Gracias Alberto Buitre por este brillante nota).

¿Por qué diablos la gente apoya a la derecha? Un médico noruego tiene la respuesta

En la maraña de acontecimientos dudosos, las usinas de Clarín y La Nación salen a buscar a ese ejemplar único e irrepetible que ellos mismos han formateado en las últimas décadas y que tiene como precisa y certera denominación científica: “el pelotudo argentino”, que no se parece en nada a los pelotudos de países limítrofes. El pelotudo argentino es nuestro, como el dulce de leche y el Torino, con rasgos propios, únicos e irrepetibles. Es ese nabo que se cree siempre un capo, un piola, uno que se las sabe todas y en realidad no sabe absolutamente nada. Valga aclarar a efectos de evitar confusiones que no hay que confundirlo con el jodido. El jodido sabe, procede con conocimiento de causa, básicamente se mueve como un depredador en la jungla buscando siempre su propia conveniencia. El pelotudo, en cambio, es un perdedor estratégico, un tactista que va cazando las sobras que los de arriba le dejan, pero se cree más vivo que ellos.

El pelotudo argentino no mira televisión, la acata.

Es ese pelotudo que pone el grito en el cielo y llama a Magdalena si le vienen 15 pesos de aumento en la factura del gas y de verdad cree que lo están choreando, pero cuando las empresas de celulares, las prepagas, los colegios pri-va-dos y las proveedoras de cable lo empernan con arandela y todo automáticamente, por default razona que son “reacomodamientos propios del mercado”.

El pelotudo argentino viene desprovisto de fábrica de todas las ideologías que ponen el acento en lo nacional y priorizan el interés del país al que pertenece. Para él sólo tienen valor los intereses nacionales de los países de origen de las empresas que vienen a hacer negocios acá. El pelotudo argentino está convencido de que “siempre fue así” aunque nunca pueda probar absolutamente nada de lo que repite tontamente. Está fatalmente convencido que “este país no tiene salida” y que por eso hay que hacer la propia, ¿vistes? El pelotudo argentino cree que siempre los ricos fueron ricos y los pobres fueron pobres, no contempla la posibilidad de que algo pueda cambiar y cree que los que lo intentan son unos pelotudos.

Vino al mundo a ser un eslabón más en la cadena de reproducción del capitalismo dependiente y nunca se le pasó por la cabeza cuestionar nada de lo pre establecido. Y si le proponés ejemplos del funcionamiento del capitalismo central para incorporar acá te discute que son medidas comunistas. El problema del pelotudo argentino es su obcecación en defender las condiciones estructurales que determinaron que sea tan pero tan pelotudo. Es el típico gil a cuadros que defiende a Biolcati y a Clarín y cree que el Golcito que a duras penas está pagando en cuotas se lo debe a ellos y no a los pelotudos que como él generan con su trabajo la riqueza de los poderosos.

El pelotudo argentino ni siquiera tiene méritos propios en su pronunciado nivel de pelotudez. Es todo un logro argentino, lo hicieron enterito acá los que siempre tuvieron claro que la mejor defensa de sus intereses es que haya un ejército de pelotudos que estén convencidos de que nada debe cambiar.

El pelotudo argentino no discute de política porque “ni él va a cambiar tu forma de pensar ni vos se la vas a modificar a él”. No viene programado para rebelarse pero sí está formateado para ponerse del lado de los ricos toda vez que se intente sacarles algo. El pelotudo argentino de pueblo chico, por ejemplo, es de meterse en comisiones junto a los capangas del lugar para compartir reuniones y asados y creer así que por estar sentado al lado del potentado su status se ennoblece.

El pelotudo argentino que antes se aterrorizaba con Lanata ahora lo mira como a uno del palo y le comenta a sus amigos “lo groso que estuvo el gordo anoche”. 

El pelotudo argentino es algo así como la condición necesaria para que el país no salga adelante, es la materia prima de la dependencia. El pelotudo argentino es la garantía que tienen las minorías poderosas de que nunca habrá mayorías que se les planten y les digan “¡Basta!”. Porque el pelotudo argentino defiende a los que lo empoman día tras día y le hacen creer que es un ganador.

El pelotudo argentino se crió con las botas de la última dictadura y luego terminó de formatearse en los noventa. Usó el Retiro Voluntario de Menem para poner galletiterías, parripollos, pañaleras y maxikioscos o “drugstores” que, como se sabe, no son un kiosquito cualquiera. No, son casi, casi un súper pequeño, digamos, y sólo por razones de espacio, porque en el barrio no había locales grandes disponibles... y sí, es un pelotudo de pedigree, de los buenos, muy probablemente haya parido un casalito de pelotuditos que ahora andan en los veintipico que ni te cuento lo que son... ella estudia maestra jardinera y el varoncito administración de empresas. El pobre pibe no sabe que en su puta vida va a administrar empresa alguna, que las empresas las administran pura y exclusivamente los dueños, pero su padre hace horas extras para que el pelotudito de su hijo estudie cómo llevarle los papeles a los empresarios el día de mañana pero, eso sí, creyendo que les administrará algo.

Eso sí, es muy pagado de sí mismo, lo que se dice “un ganador” de esos que abrevan en Sofovich, Rial y Baby Etchecopar, de esos que cuando la Panamericana se abotona un domingo a las 20 se mandan por la banquina al palo. Cuando salen a la mañana de su casa y desactivan la alarma del Duna arqueando el labio inferior a la John Wayne  y escuchan al robot decir “X-28-de-sa-cti-va-do” sienten hasta una leve erección.

Y seguramente el pelotudo argentino haya votado a Macri, porque el tipo quería un cambio, para poder volver a sentirse un ganador (según sus parámetros de pelotudo).

El pelotudo argentino


Muchas veces solemos pensar que nuestra Patria Grande americana se resume a los 19 países de habla hispana sumados a Brasil (lo que en sí ya sería una enorme diversidad), pero eso no es así. La comunidad de los países de América Latina y el Caribe es mucho más amplia y diversa e incluye, además de numerosos idiomas autóctonos como el guaraní, el quechua y el aimara, lenguas como el francés, el holandés y el inglés.

Entre los países que hablan este último está Guyana, un pequeño país de Sudamérica orientado al Caribe. De allí viene Eddy Grant con un mensaje que pudo haber pasado desapercibido para la mayoría de nosotros, aun para los que creemos conocer su obra.

¿Qué dice Eddy Grant y la mayoría de los americanos nunca supimos escuchar? Aquí algunos ejemplos:

1. Gimme Hope Jo’Anna


Este pegadizo tema es mucho más que una deliciosa canción, es un canto a la libertad de las mayorías oprimidas en Sudáfrica, en un delicado momento de su historia. En el año 1988, cuando Grant presentó Gimme Hope Jo’Anna, el Apartheid en Sudáfrica tocaba su etapa más represiva y sangrienta, las masacres de negros tenían lugar prácticamente todos los días, Nelson Mandela seguía en la cárcel (sería liberado dos años después, para liderar de manera heroica y pacífica la salida del Apartheid) y pocos se atrevían a levantar la voz contra la dictadura blanca de entonces. Pocos, es cierto, pero Eddy Grant: desde su lugar mostró con coraje su solidaridad a los hermanos africanos que sufrían, denunciando los crímenes de la dictadura. En la letra de esta canción, “Jo’Anna” es el gobierno racista asentado y simbolizado en la ciudad de Johannesburgo. Esto es lo que dice Eddy Grant en Gimme Hope Jo’Anna:

Well Jo’Anna she runs a country
She runs in Durban and the Transvaal
She makes a few of her people happy, oh
She don’t care about the rest at all
She’s got a system they call Apartheid
It keeps a brother in a subjection
But maybe pressure will make Jo’Anna see
How everybody could a live as one 
Jo’Anna gobierna un país
Lo hace en Durban y en Transvaal
Ella solo hace feliz a una minoría de su pueblo (los blancos)
Y nosotros (los negros) le tenemos sin cuidado
Ella tiene un sistema que ellos llaman Apartheid
Que tiene sometido a un hermano
Pero quizá la presión pueda hacer que Jo’Anna vea
Cómo todos podemos vivir unidos 
Gimme hope, Jo’Anna
Hope, Jo’Anna
Gimme hope, Jo’Anna
‘Fore the morning come 
Dame esperanza, Jo’Anna
Esperanza, Jo’Anna
Dame esperanza, Jo’Anna
Antes que amanezca 
I hear she makes all the golden money
To buy new weapons, any shape of guns
While every mother in the black Soweto fears
The killing of another son
Sneaking across all the neighbours’ borders
Now and again having little fun
She doesn’t care if the fun and games she play
Is dangerous to everyone  
Sé que ella se hace con todo el oro
Para comprar nuevas armas, todo tipo de armas
Mientras toda madre en el Soweto (el famoso gueto, donde la población negra de Johannesburgo vivía segregada) 
teme 
La muerte de otro hijo
Metiéndose por las fronteras de sus vecinos (en referencia a la intromisión del gobierno racista sudafricano en la Guerra Civil de Angola, junto a la CIA estadounidense contra la liberación de los pueblos de allí)
Siempre divirtiéndose aquí y allí un ratito
No le interesa saber que su diversión y los juegos que ella juega
Son peligrosos para todos nosotros
 
She’s got supporters in high up places
Who turn their heads to the city sun
Jo’Anna give them the fancy money
Oh, to tempt anyone who’d come
She even knows how to swing opinion
In every magazine and the journals
For every bad move that this Jo’Anna makes
They got a good explanation  
Ella tiene amigos muy importantes (la comunidad internacional, cómplice del Apartheid)
Que miran para el otro lado
Jo’Anna les regala rico dinero
Para comprar la voluntad de los que vengan (los sobornos del gobierno racista a los “observadores” extranjeros llegados a Johannesburgo)
Ella también sabe cambiar de opinión
En cada revista o diario
Para cada mala movida de esta Jo’Anna
Ellos (los medios) tienen una buena explicación 
Even the preacher who works for Jesus
The Archbishop who’s a peaceful man
Together say that the freedom fighters
Will overcome the very strong
I wanna know if you’re blind Jo’Anna
If you wanna hear the sound of drums
Can’t you see that the tide is turning?
Oh, don’t make me wait till the morning come. 
Hasta el predicador que trabaja para Jesucristo
El arzobispo que es un hombre pacífico (el Arzobispo Desmond Tutu, abanderado de la lucha de los pueblos en África)
Juntos dicen que los luchadores por la libertad
Triunfarán sobre el poderoso
Quiero saber si eres ciega, Jo’Anna
Si quieres oír el sonido de los tambores
¿No puedes que ver que la marea está cambiando?
Oh, no me hagas esperar hasta que llegue la mañana.
Claro que Gimme Hope Jo’Anna fue inmediatamente prohibida por el gobierno racista de Sudáfrica en su momento, lo que no impidió su enorme difusión entre los negros de aquel país y tampoco fue estorbo para que la canción se ubicara en el séptimo puesto de la famosa UK Singles Chart, la lista más prestigiosa de la discografía en Gran Bretaña. Otro detalle: Gimme Hope Jo’Anna fue lanzado como single y su B-side fue Say Hello to Fidel (Saluda a Fidel), en clara referencia a Fidel Castro. Completito.


2. Electric Avenue


Electric Avenue es otro ejemplo de canción de Eddy Grant que se hizo muy famosa por todo el mundo y cuyo mensaje sigue siendo desconocido para todos los pueblos que no hablan inglés. Pero, como en casi todos sus temas, Grant hace una denuncia y una protesta. En este caso, muestra las oscuras calles de Georgetown (capital de Guyana) para denunciar la desigualdad allí existente y poner en evidencia la contradicción entre el mensaje consumista de los medios y la pobreza que padecen los pueblos. Esto dice Grant en Electric Avenue:

Now in the street there is violence
And-and a lot of work to be done
No place to hang out our washing
And-and I can’t blame all on the sun 
Ahora en las calles hay violencia
Y un montón de cosas por realizar
No hay lugar para tender la ropa
Y la culpa no la tiene el sol 
Working so hard like a soldier
Can’t afford a thing on TV
“Deep in my heart, I abhor ya!”
Can’t get food for the kid 
Trabajando duro como un soldado
No puedo comprar las cosas que veo en televisión
“¡En el fondo de mi corazón te abomino!”
No puedo alimentar a los chicos 
Who is to blame in one country?
Never can get to the one
Dealing in multiplication
And they still can’t feed everyone. 
¿Quién es el culpable (de la pobreza) en un país?
Nunca podemos dar con él
Lo multiplicamos todo
Y aun así no podemos alimentar a todos.

3. Living on the frontline


En este último ejemplo de la obra militante de Eddy Grant, Living on the frontline, vemos la protesta contra la censura que impone el capitalismo en todo su esplendor. Grant denuncia las ofertas de las poderosas compañías discográficas para acallarlo y convertirlo en un artista funcional al sistema. La letra habla por sí misma:

Oh, you got me
Living on the frontline
Oh, you got me mama
Living on the front line 
Oh, me tienes
Viviendo en el frente de guerra
Oh, madre, tú me tienes
Viviendo en el frente de guerra 
Oh, mama
You gonna mourn me in the wrong time
Oh, you got me mama
You gonna mourn me on the frontline
They got me living on top of my existence
Oh, appreciating my resistance 
Oh, madre
Vas a llorar mi muerte en el momento equivocado
Oh, madre, tú me tienes
Vas a llorar mi muerte en el frente de guerra
Me tienen en el límite de mi existencia
Oh, apreciando mi resistencia 
Oh, what kind of man could I be
If I can’t talk about what I see? 
Oh, ¿qué clase de hombre podría ser yo
Si no puedo hablar de lo que veo? 
Oh, they tell me do beware
“Take your little money and go”
Me, no want no dirty money
No, me, no want no dirty money 
Oh, ellos me dicen que tenga cuidado
“Toma este dinerito y vete”
Pero yo no quiero dinero sucio
No, yo no quiero dinero sucio 
Do all my brothers in Africa
All stop shooting your brother
I need your brother in Africa
Oh, we are born from the same mother 
Por favor, mis hermanos en África
Paren de matarse entre hermanos
Te necesito, hermano africano
Oh, hemos nacido de la misma madre 
Me, no want nobody’s money
There lord they sugar me no want to see
Me, no want to shoot Palestines
Oh, I have land... oh, I have mine 
Yo no quiero el dinero de nadie
Oh, señor, esa miel yo no quiero ver
Yo no quiero matar palestinos
Oh, yo tengo tierra... oh, yo tengo mi propia tierra (en referencia al genocidio sionista en Palestina, con el objetivo de robarles las tierras a esos pueblos) 
Stop this brother killing brother
Over in our land in Africa
Stop this brother shooting sister
Over in our land in Africa 
Paren con esta matanza entre hermanos
Sobre nuestra tierra en África
Paren de matarse entre hermanos y hermanas
Sobre nuestra tierra en África 
Me no want no bloody money
Me have a talk about what I see
I don’t want your bribery
Me have a talk about what I see 
Yo no quiero dinero manchado en sangre
Yo tengo que hablar sobre lo que veo
No quiero ningún soborno
Yo tengo que hablar sobre lo que veo 
Me no want to go America
Oh, me no want to become big star
Me no want to take cocaine
Oh, to block off my brain 
Yo no quiero irme a Estados Unidos
Oh, no quiero ser una gran estrella
Yo no quiero consumir cocaína
Oh, para bloquearme el cerebro.

La música (desconocida) de la Patria Grande

11 reglas para mantener feliz a tu marido

Nada mejor ni más fácil que explicar las cosas dibujándolas. Para ello, hemos seleccionado 20 viñetas acerca del capitalismo, la desigualdad y la invisibilización del otro. El objetivo es demostrar que el mundo es un lugar muy desigual y que, a raíz de la colonización del sentido común, dicha desigualdad se oculta para que la situación jamás cambie.

1. La vieja zoncera: denunciar la desigualdad y luchar contra ella es “populismo”. ¿Para qué sirve? Para descalificar al interlocutor e impedir que otros lo escuchen. Como se trata de un “populista”, no hay que darle bola.



2. La “clase media” y “nunca te va a pasar a vos”. Nos hacen mirar para el otro lado con la idea de que pertenecemos a otra clase, hasta que la realidad golpea la puerta y vemos lo cerca que siempre estuvimos de la miseria.



3. “El problema son los pobres”. En toda crisis, nos hacen creer que los pobres arrastran el país hacia abajo. Pero lo que no quieren que veamos es que, en realidad, es la acumulación de toda la riqueza en manos de unos pocos lo que genera la desigualdad y termina quebrando la economía.


4. “La desigualdad no existe”. Utilizan la categoría “desigualdad” para referirse a todo menos a la desigualdad social y económica. Como resultado, la vacían de sentido e invisibilizan la realidad, para sostener el statu quo.



5. La “meritocracia”. Porque “no hay que dar el pescado sino enseñar a pescar” y “el rico lo es porque se esforzó para serlo”. Nada de esto considera las condiciones desde la que arranca cada cual, que son extremadamente desiguales.



6. “La globalización es progreso”, dicen. Pero ocultan que la llamada globalización es un eufemismo para la explotación de los países pobres por los ricos con la impresión de eso hace avanzar a todo el mundo por igual.







7. “Son solo números fríos” y “apliquemos la regla a todos”. Y lo que se oculta es que, detrás de todo eso, existe la humanidad.



8. “Hay que ser conservador”. Cuando el poder político lo tienen los ricos, hacen creer a los pobres que es necesario conservar lo que tienen, aunque no sea nada. Claro que esto no impide el giro radical en el discurso cuando el poder político lo tienen los pueblos: entonces siempre “se puede vivir mejor” y “hace falta un cambio”.


9. La caridad. En vez de generalizar los valores de la solidaridad, se exalta la caridad como método para combatir la desigualdad. Así las señoras de los barrios paquetes pueden lavar sus culpas distribuyendo sopa una vez al mes, mientras se llenan la boca para decir que hacen “justicia social”.


10. El sistema capitalista, en una imagen.



La desigualdad y el capitalismo en imágenes